Típico caso de un hombre entrando a un bar. Su mirada es un escáner de belleza y oportunidades Entras en el terreno de lo posible, sabiendo que casi siempre sales con un imposible entre las piernas.
En muchas ocasiones es complicado explicarle a una mujer lo difícil que es para un hombre abordarlas. Parece una tarea fácil, pero es de las cosas más complicadas que nuestro género conoce. Son muchos los factores que afectan: ¿Ella quiere estar sola o acompañada?, ¿yo le gustaría? ¿cuál es el mejor momento para acercarme? ¿me miró o no? Luego hay otras un poco más pa’ dentro: Creo que estoy deprimido pero no lo sé, ¿cuando empecé a olvidar a mi ex? ¿Hoy quiero sexo o solo quiero hablar? ¿Me importa si no es inteligente? ¿Qué le digo sin sonar un tonto? ¿Bailo con ella o le invito un trago?
Tienes que hacer uso del difícil ejercicio de olvidarte de ti. La cosa es que seguro ese esfuerzo resulta o con una volteada de ojos o conmigo borracho gritándole lo engreída que es por no verme en toda la noche. Hay que ser un hombre con demasiada mala cabeza para no sentir este terror de acercarse. Es esperar ser el elegido de la noche. A veces esto va tan a rajatabla, que podemos terminar liándonos con una mujer que no nos gusta, solamente por el hecho que nos eligió. Véanlo así: después de tantas miradas ausentes que llegue una chica mirándote, el “no” nunca se valora como posibilidad.
Luego tienes que mantener una conversación medianamente coherente y hacerle notar lo buen partido que puedes ser, sin sobrepasarte de elogiarte. Si anda con una amiga también tienes que convencer a su amiga que eres buen chico. Cosa extremadamente difícil porque no sabes que es ser buen chico para la amiga. Otra cosa vital es que nunca se habla de las ganas que tienes de follartela, nunca. Solo se puede hablar hasta después de los primeros besos, porque si no, ella piensa que solo quiere follar, aunque ella solo quiera follar contigo.
Sin embargo, lo que me hizo escribir todo este drama es otra cosa. Es el drama de la que elige, no del elegido. La que elige nunca es elegida (yo no sabía de esta tristeza). Las mujeres también entran como escáner, pero tienen que ser unos escaners silentes. Tienen que seleccionar el objetivo casi sin ver. A cualquier crucé de miradas por mera curiosidad pueden terminar con un pesado al lado. Es como el mito de medusa, pero es ella quien no quiere que la vean a los ojos, porque si no, terminará con un hombre hecho roca.
Cuando por fin ella elige, tiene que esperar a que el chico la vea y a ciencia cierta no sabes si realmente le siguió la mirada porque le gustaba o porque era la única chica que lo vio. Ella no tiene que poner casi de su intelecto para llevar al chico a la cama, no tiene que conquistar a nadie, solo tiene que esperar, esperar a que el chico inteligentemente la lleve a la cama. Luego el juego ya se complica y la balanza que apuntaba directamente a la chica como responsable de un polvo ahora puede darse la vuelta.
¿Por qué me miraste? Porque tú me vistes. Esto implica que para él, ella no fue una opción si no hasta el momento en el que ella lo vio, seguramente casi ni le gustaba o sí, pero él no la tomo como una mujer que valiera el esfuerzo de acercarse.
Lo relevante de esto, es que las mujeres pueden permanecer al margen de conquistar. Sus habilidades de seducción pueden quedar reducidas a saber mirar y mantenerse dentro del discurso del elegido. La mujer es la pieza que queda aplastada por su mirada, presa de su propia elección, sin siquiera saber si ella fue la elegida.
¿Cómo hace la mujer que quiere conquistar y quiere ser ella la elegida?